martes, 15 de noviembre de 2016

Aquel año en que conocí a Leonard Cohen .

  Yo nunca le conocí. Tal vez yo si le conocí pero el a mi nunca. Es  lo normal. No obstante lo descubrí  allá por la lejanía de finales del 74  un poco del 75, cuando Franco está ya más para  allá que aquí y con él, Franco,  se estaba fundiendo lentamente todo una gran estructura  acerada que sustentaba un mundo que pedía un cambio.  Esa era la ambientación sociopolítica, pero podía ser cualquier otra porque sea cual sea el ambiente social y político un joven de dieciocho años está viviendo su propia historia y construyendo su régimen político particular y se divierte y vive. Es lo normal.  Así  era yo en ese momento y el lugar  se llamaba Vigo. Los domingos de cinco de la tarde  a diez  de la noche tocaba sesión baile-diversión-sala de fiestas. El lugar elegido era la emblemática sala de fiestas NOVA OLIMPIA . Sala grande, dos pisos, actuaciones en vivo, artistas de primera línea de vez en cuando, chicas, abarrotada todos los domingos. Baile, miradas, saludos, amigos, diversión, el cubata, todo más bien tranquilo. Las sensaciones, las novedades, las vivencias, las curiosidades, las experiencias que aparecían, todo estaba lleno de novedad y felicidad para alguien que había estado los años anteriores en un seminario, leyendo, rezando, hablando, viviendo  pero sin vivir del todo. Todo era recuperar algo que no se había tenido . Así eran las sensaciones del Nova Olímpia

       La música era de todo tipo, y creaba un ambiente propio del lugar, pero todos los domingos a la misma hora  a las diez, de repente la música daba como un giro en el cielo y de allá bajaba lentamente  una canción melosa,  de una voz bonita dulce y grave, como cansina pero agradable que penetraba poco a poco  en la cabeza hablandote al oído.El lento fondo de guitarra y un inglés sonoro que hacia de su voz un instrumento musical iba santificando aquel templo que hasta ese momento había escuchado y retumbado los más variados estilos musicales. Era como un perfume que caía enel ambiente y dejaba todo tranquilo y sosegado.   En ese momento todo  cambiaba, la canción todos los domingos anunciaba lo mismo que en poco tiempo se iba a cerrar la sesión, y recomenzábamos a dar las últimas miradas, a intentar algún saludo pendiente, a dejar alguna señal para otro día, y nos íbamos encaminando todos y todas lentamente hacia las puertas y en el aire seguía sonando aquella canción SUZANE de LEONARD COHEN.

             No sabía el mensaje que quería decir, solo saboreaba su poesía cantada, e imaginaba que iba dirigida a alguna mujer amiga que se llamaba Suzane. 
       Yo nunca había oído la canción, ni esa ni otras muchas  que estarían en fama,  pero me encantaba. El domingo  por la noche en mi cabeza  con los mejores recuerdos de aquella tarde en el Nova Olimpia quedaba impregnado el sonido cadencioso, romántico, dulce y grave de SUZANE. Yo repetía la letra como he hecho siempre con el Inglés adaptado a mi jerga particular y repetía lo de Suzanegomantravelibanintenaibennnn, amfromchaina , o  algo así . Busqué y encontré la canción y quién era el cantante que la cantaba, y así fue como conocí a Leonard Cohen. Seguí escuchando algo de su repertorio  posteriormente y conociendo algunas de sus conocidas canciones, sin ser un fan experto, pero siempre tuve con él esa pequeña parte de intimidad y complicidad que solo él y yo conocíamos, y es que nos habíamos conocido en el Nova Olimpia de Vigo.  

       Como tuvo él, tal como narró en la entrega de los premios Príncipe de Asturias, cuando una tarde  en  Amsterdanm  se acercó a  un chico español que tocaba la  guitarra  en la calle y  le pidió que le enseñara a tocar la guitarra. Le enseñó  seis acordes de guitarra y se comprometió a darle clases. Al otro  día se dirigió a casa del chico para recibir clases y  le dijeron que se había suicidado. No supo ni su nombre solo que era español y le había enseñado  a tocarla guitarra por primera vez y nunca lo olvidó en su vida. Esos seis acordes fueron la base de todas sus canciones. 






Suzanne es una canción con letra y música del poeta, escritor y músico canadiense Leonard Cohen. La canción tiene su origen en el poema Suzanne Takes You Down incluido en el libro de poemas Parasites of Heaven de 1966 como otras canciones de su primer álbum Songs of Leonard Cohen de 1967. Esta canción fue grabada por primera vez por Judy Collins y se incluye en su álbum de 1966 In my life.

Suzanne te hace bajar a su refugio junto al río
Puedes oír como pasan los barcos
Puedes pasar la noche junto a ella
Y sabes que está medio loca
Pero por eso quieres estar allí
Te ofrece té y naranjas
Que vienen desde China
Y justo cuando vas a decirle
Que no tienes amor para darle
Te coge y mece en sus brazos
Dejando que sea el río que conteste
Que siempre has sido su amante.

Y quieres viajar con ella,
Quieres viajar a ciegas,
Y sabes que confiará en ti
Porque has tocado su cuerpo perfecto con tu mente.

Y Jesús era un marinero
Cuando caminaba sobre las aguas
Y pasó mucho tiempo observando
Desde su solitaria torre de madera
Y cuando supo con certeza
Que solo los ahogados podían verle
Dijo: "Todos los hombres serán marineros
Hasta que el mar los libere"
Pero él mismo estaba roto
Mucho antes de que el cielo se abriera
Abandonado, casi humano
Se hundió bajo tu sabiduria como una piedra.

Y quieres viajar con él
Y quieres viajar a ciegas
Y sabes que deberías confiar en él
Porque él ha tocado su cuerpo perfecto con su mente.

Ahora Suzanne coge tu mano
Y te conduce hacia el río
Lleva pieles y harapos
Sacados de la ventanilla del Ejército de Salvación
Y el sol cae como la miel
Sobre nuestra dama de la bahía
Y te muestra dónde has de mirar
Entre la basura y las flores
Hay héroes entre las algas
Hay niños en la mañana
Que se inclinan hacia el amor
Y lo harán así para siempre
Mientras Suzanne sostenga el espejo.

Y quieres viajar con ella
Y quieres viajar a ciegas
Y sabes que puedes confiar en ella
Porque ella ha tocado tu cuerpo perfecto con su mente


 

 

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