viernes, 6 de octubre de 2017

Cataluña. Dos opiniones.

     "Tengo 70 años, soy notario, castellano de nacimiento y recriado en Madrid, he sido notario en Catalunya durante 20 años, y he sido titular de notarías rurales, urbanas y macro- urbanas. Hablo el catalán y lo he utilizado con relativa frecuencia en las escrituras que autoricé. Conozco la realidad catalana, sobre todo la que concierne al ámbito familiar y privado. Conservo la vecindad civil catalana, que adquirí por residencia continuada, y la conservo porque considero que la legislación civil catalana es más respetuosa con la libertad privada del individuo y más próxima y conveniente a la realidad familiar y patrimonial. Creo que tengo criterio propio sobre el “problema catalán”
          y lo voy a exponer.

        Vale la pena echarle un vistazo, del blog no hay derecho. 


   "Y es que los hechos sí son subversivos, y a veces las personas. No podemos seguir manteniendo políticos que tienen un problema para cada solución. No podemos seguir permitiendo portavoces que con ojos de suficiencia superfragilística afirmen que los de enfrente están deseando que haya un muerto. ¿Qué significa esto?: tenemos bomberos pirómanos.
Pero esto no me debe apartar de mi apreciación. Para resolver un problema hay que plantear de modo correcto la ecuación. Los problemas legales se resuelven con acuerdos ajustados a derecho, y si no se encuentra la solución pactada, resuelven los tribunales. Los problemas políticos se resuelven siempre con acuerdos transaccionales, y no hay que anteponer “principios naturales e inmutables” que impidan la negociación. No se puede. Es contrario al dialogo. El mundo no avanzaría. La política es reparto e inteligencia empática.

Son necesarios gestos y diálogo. Es necesario pensar, pero con el cerebro, no con las glándulas. Pensar, dialogar, transaccionar, son palabras que no significan aceptación de lo inaceptable, sino cesión de lo cedible y negociación de lo conveniente. Lo que es cedible y negociable no soy yo el que tiene que señalarlo sino los interlocutores que corresponda, que obviamente no deberían seguir siendo los que nos han llevado a este auténtico desastre.

¡Ah! Y no es verdad que no se negociara con golpistas como Tejero, si no hubiera habido negociación, no hubiera abandonado el Congreso. No sólo se negoció, sino que se “perdonó” a los guardias civiles que le acompañaban."

    The economist, opinión internacional. 

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